top of page
Buscar

A LA MAÑANA SIGUIENTE (1)

  • Foto del escritor: LABIOS ENTREABIERTOS
    LABIOS ENTREABIERTOS
  • 26 abr 2018
  • 5 Min. de lectura

Varios locales nocturnos ocupan casi por completo la azotea del centro comercial. En una de las terrazas, Nira y Alicia disfrutan de una noche especialmente agradable gracias a la brisa marina que llega desde el Este. Junto a una de las barandillas, ambas guardan silencio mientras contemplan buena parte de la ciudad desde aquel lugar privilegiado.

—Creo que nunca había visto la ciudad desde aquí arriba. —comenta Alicia tomando un trago de la pequeña botella de agua que sostiene en su mano—. Hace tiempo que no salía por la noche. —le confiesa con cierto tono de ausencia.

—¿Y eso? Seguro que Londres tiene una gran oferta de ocio. —pregunta Nira guardándose para sí el final de la frase: «…y ofertas no te van a faltar».

—Me cansé de tanta música mala, de no poder hablar con la gente, de acostarme a las seis de la mañana, de estar todo el domingo hecha un asco.

—¿Y qué haces los fines de semana?

—Cuando no tenemos ningún reportaje en mente, voy de pubs con algunos amigos, hago viajes de fin de semana o descubro el Londres de los domingos por la mañana, cuando todo está en silencio y sin prisas.



«Una vez termino el programa, el resto del domingo consisten en intentar no morir de tedio hasta el lunes por la mañana» se dice Nira, sin excusas tras las que esconderse.

—Yo firmaba esos fines de semana. —comenta Nira.

—Estás invitada a Londres, siempre que quieras. —mirándola por primera vez desde que han salido a la terraza para recrearse en aquellas vistas nocturnas.

Se acercan un tanto hasta la pista central, deteniéndose junto a unas imitaciones de columnas clásicas que se suponen el límite no establecido entre dicha pista y el espacio dedicado a los no danzantes. Discretamente, al tiempo que se lleva el ron con piña hasta los labios, mira a su alrededor y confirma aquello que viene intuyendo desde que han entrado por la puerta del local: ellos no dejan de mirar a Alicia, repasando su cuerpo sin recato alguno; ellas lo hacen con una envidia imposible de disimular.

—Vaya cambio, de la tranquilidad del estudio a esto. —exclama Alicia

—Supongo que te has aburrido...

—Al contrario, me ha gustado mucho. —asiente Alicia acompañando su gesto con una sonrisa, acercándose todavía más al oído de Nira—.Y ver cómo lo haces, mucho más.

—Pues siempre que vengas por aquí, estás invitada. No es como Londres, pero es lo único que puedo ofrecerte...

De repente, Nira siente cómo el brazo de Alicia rodea su cintura.

—Es la mejor oferta que me han hecho desde hace tiempo.

Otro trago de aquella copa que le sabe a rayos le permite ganar algo de tiempo antes de hacer comentario alguno. Sin embargo, un chico al que no le calcula más de treinta, le otorga una prórroga al acercarse hasta Alicia y comenzar a hablar con ella. «Lo que faltaba, el pesado de turno. Ya me parecía que estaban tardando mucho. Y va el estúpido y le sonríe. Y ella también a él. Pero, ¿será posible?. Pues no se van a poner a tontear. ¿Y yo qué? ¿Ya no existo? Cómo éste no se largue, me voy. Me agarro un taxi y en un cuarto de hora estoy en casa. Tanto que si estás invitada a Londres, y tanta palabra bonita, y luego aparece este pollo y dejo de existir». De repente, el chico la mira directamente y luego vuelve a dirigirse a Alicia que asiente con la cabeza. «¿Por qué me ha mirado así? ¿Y éste qué busca? Hostia, igual le ha propuesto que nos vayamos a algún sitio y montemos un trío. Y Alicia le ha dicho que sí. Me voy ahora mismo. Tonterías ni una, que no estoy yo para rollos raros. Lo que me faltaba». Y de repente, tal cual llegó, igual marchó el pesado de turno.

—¿Qué quería?

—Era un moscardón.

—¿Y qué le has dicho para que se vaya tan rápido?

Alicia sonríe antes de contestar y luego roza con sus labios la oreja de Nira.

—Que eras mi novia.

«Coño» se dice sin esperar una salida como esa por parte de Alicia.

—¿De verdad le has dicho eso?

Con un gesto afirmativo, Alicia asiente cuando empiezan a sonar los primeros acordes de Just say yes, de Snow Patrol.

—Este tema me encanta. Vamos a la pista. —le propone.

—Bailar no es lo mío. Tengo menos sentido del ritmo que una farola.

Sin atender la negativa de Nira, se adentra un tanto en la pista dejándose llevar por la música como tantas decenas de personas a su alrededor. Por un momento, Nira siente la tentación de dejarse llevar aunque se lo piensa dos veces antes de hacerlo. «Con lo patosa que soy para el baile puedo terminar descoyuntada de cuello para abajo» se dice exagerando.

«Qué aparente está esta noche. Se ha hecho algo en el pelo, no lo tiene tan liso como siempre. Apenas se ha puesto maquillaje, algo de brillo en los pómulos y los labios de rosa pálido. Claro, no necesita más»

Y de nuevo, como el día anterior en la playa de las Carpinteras, se sorprende reparando en sus movimientos. «Cómo le quedan esos vaqueros. No tiene una pizca de celulitis ni en piernas ni caderas. Seguro que va a un gimnasio o hace ejercicio por ahí. Con esas piernas, yo también me pondría mallas para correr. Y el pecho… Tengo una noventa y cinco y ella tiene más que yo. Y seguro que no es operado. Tiene que venirle de familia por que Ana también tiene lo suyo. ¿Pero qué hago yo mirándole los pechos a una mujer? Si me da cosa hasta verlas en topless en la playa».

Y, sabiéndolo pero sin querer admitirlo, siente como sus pezones se han endurecido. «Joder, menos mal que le vestido es oscuro que sino…»

«Los tíos de la City tienen que estar locos con ella. Treinta, cuerpazo, extranjera, soltera, con su apartamento para ella solita… ¿Cómo le gustarán? Nunca me ha dicho nada… No tengo tanta confianza con ella. Puede elegir. Seguro que se tira a uno de esos que están forrados y van a gimnasios con entrenadores privados. Se lo tiene que pasar en grande»

«Se la ve tranquila, que no van comiéndose a los tíos. Bueno, una buena polla nos gusta a todas. Igual le va lo duro. Seguro que le gusta que la empujen contra la pared y se la follen. ¿Le irá el anal? No creo pero seguro que se lo han pedido, con el culo que tiene…

«Mierda, me ha visto mirándoselo. Joder, ¿qué va a pensar de mí? Habrá dicho que soy una estúpida o qué se yo. ¿Y si se lo dice a Ana?». «Sigue mirándome. No me mires así. Que se está acercando con intención de llevarme a la pista». Nira se gira en dirección a la columna donde creía haber dejado su vaso con intención de disimular ante ella. «Coño de vaso, ¿dónde lo he puesto?»

—No puedo irme a bailar y dejar a mi novia tanto tiempo sola —le dice Alicia mirándola a los ojos.

Nira no reacciona. Alicia le coge de la mano y, lentamente, se la lleva hasta el mismo lugar donde bailaba.


 
 
 

Comments


bottom of page