top of page
Buscar

5º. LABIOS ENTREABIERTOS. PORTADA

  • Foto del escritor: LABIOS ENTREABIERTOS
    LABIOS ENTREABIERTOS
  • 19 may 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 25 may 2018

EL BUS DE LAS 7:50 A.M.

Las mañanas de los lunes se complicaban por sí mismas. Los viernes eran diferentes: no todo el mundo trabajaba y quien lo hacía, parecía tener horarios diferentes. Pero los lunes… Viajar en bus hasta la universidad se hacía difícil: solía ser puntual pero el tráfico era más denso y, por una razón que no comprendía, cuando llegaba a su parada el pasaje ya lo ocupaba casi por completo. En más de una ocasión había llegado a pensar que en aquel hospital donde bajaba la mitad del mismo, sólo atendían de lunes a miércoles. “¿Quién sabe? No, mejor no saberlo?” se había dicho en más de una ocasión.



Pero el aliciente del viaje llegaba a mitad de trayecto cuando su madura favorita esperaba en la parada, alzaba la mano cuando llegaba el bus y subía con tranquilidad moviendo las caderas.

-Ahí está, como todos los lunes. Hoy viene con el pelo suelo… -se dijo para sus adentros nada más verla esperando bajo la marquesina.

En ocasiones, el destino se siente benévolo y permitió que quedase un asiento libre frente a él pero en el otro lado de vehículo donde una mujer que no superaba los cuarenta, se sentó.

-Perfecto –concluyó- Un cuarto de hora de gloria.

Y con cierta discreción, alternando su mirada entre la mujer de sus fantasías y el móvil, comenzó a interpretar la realidad que se mostraba ante él.

-Joder, cómo vienen hoy. Cómo se nota que ha llegado el buen tiempo. Todo el invierno esperando esto, ya era hora. Esa camiseta blanca le marca las tetas. Lleva un sujetador fino, apenas se le notan los tirantes. Mejor, porque lo que son los pezones, están a punto que se le marquen. Como se ponga caliente por algo tendrá un problema… Seguro que los tiene oscuros y grandes, hace unos meses tenía una camiseta amarilla ceñida que los marcaba que era un gusto… Coño, es que con esas tetas… El cabrón de su marido se tiene que correr con ella todas las noches…

Pero el problema comenzaba a ser suyo. Mientras la madura teñida de rubio claro y grandes pechos que se había convertido en su fetiche, dejaba pasar el tiempo embebida en la lectura, él comenzó a sentir cierto dolor en su miembro. Sí, una incipiente erección provocaba que su pene juvenil se endureciese.

Se dio cuenta de ello pero se negaba a dar por finalizada su fantasía. Todavía le faltaba repasar unas piernas que, embutidas en unos vaqueros ceñidos, se mostraban cruzadas ante él.

-A su edad y no tiene celulitis. Tiene piernas y culazo, me encanta –se dijo a medida que sentía como su erección llegaba al máximo.

Y, de repente, a través de la cristalera del bus, advirtió el comercio de neumáticos que tenía como referencia para solicitar parada.

-¿Ahora qué hago? No me puedo levantar así. En invierno disimulaba con el abrigo pero ahora… Coño, se acerca la parada… Sigo empalmado…

El bus continuó adelante, ajeno a lo que sucedía en la mente y el organismo de aquel casi adolescente que cursaba primer año universitario.

-Puta mierda, a ver cuándo puedo bajarme por esto parece que va para largo. Y luego en casa, lo que cuesta que se te ponga así…


 
 
 

תגובות


bottom of page