3º LABIOS ENTREABIERTOS. PORTADA
- LABIOS ENTREABIERTOS
- 28 abr 2018
- 3 Min. de lectura
El frescor de la mañana hubiese resultado una bendición pero el sol ya estaba alto. El bullicio del público ayudaba poco ha hacer más llevadera la espera. Demasiada gente dando vueltas sin rumbo fijo, demasiado calor, demasiado ruido para quien comienza a sentir el cansancio. Y, sin embargo, debía ser así: las gentes paseando por las calles con rosas en las manos, deteniéndose en las paradas de libros para ojear los más llamativos y no comprar ninguno. Carpas de tela blanca que proporcionaban algo de sombra a los escritores más afortunados que, sentados en sillas de madera, se refugiaban tras sus obras esperando la caridad de alguien. Porque también se trataba de eso, de esperar la caridad de quien quisiera gastarse su dinero en un objeto de papel para regalárselo a otro alguien que no lo leería jamás.

En medio del gran teatro de la realidad, una cola de gente frente a alguien. Una cola que no deja de crecer y que serpentea paralela a la calzada de una calle cortada al tráfico. El resto de la humanidad pasa junto a ella sorprendida por el número de personas que la conforman. Si ese resto de la humanidad fuese un tanto observadora, apreciaría que la mayoría son mujeres jóvenes y alguna de mediana edad que intenta disimular el paso del tiempo.
¿Quién es?, se preguntan la mayoría cuando su mirada finaliza en el principio de la cola y lo ven a él. Un tipo que sobresale por encima de todos casi dos palmos, con amplias espaldas, una sonrisa amable y predisposición a atender a quienes se acercan a él.
Un grupo de quinceañeras pasan cerca; todas sonríen, alguna se le escapa un pequeño grito y una de ellas exclama en voz alta: “Joder, que bueno está”. Otra le responde: “Sí, tía, está buenísimo”. En la cola, una mujer madura, de esas que no quiere ceder al paso de la vida, se descuelga con un: “Y, además, es guapo”, obteniendo la confirmación del resto con sonrisas disimuladas.
Sí, muchas de ellas habrán tenido fantasías con aquel hombre joven que no parece real. Lo habrán desnudado poco a poco para ir descubriendo el cuerpo del que fuera un atleta de élite. Seguramente habrán besado su musculatura, habrán comprobado la amplitud de sus espaldas y la fuerza de sus manos. Sabrán del sabor de sus labios y de su voz mientras jadea. Habrán imaginado como aquel cuerpo se convulsiona de placer cuando alcanza un orgasmo dentro de sus vaginas. Sí, porque seguro que su miembro guarda relación con el resto de su cuerpo semidivino. ¿Habrán tenido esas fantasías mientras mantenían relaciones con sus parejas? ¿O se guardaban ese placer para disfrutarlo a solas? Tal vez alguna de ellas se haya preguntado cómo será la vida junto a alguien como él. Muchas habrán concluido que no están a la altura y, tal vez alguna de ellas –las más valientes- hayan pensado que la vida con él sería totalmente diferente. Una de esas vidas que merecen la pena.
Sin embargo, allí, en medio de la calle, desplomándose el sol sobre ellas y sobre él, sólo tendrán la suerte de hablar unos segundos –tal vez un par de minutos- y un abrazo donde comprobarán la fortaleza de su cuerpo que luego utilizarán en sus fantasías. ¿Ha merecido la pena? Cada una de ellas sabrá, es su vida, sus fantasías, sus realidades…
¿Y ellos? ¿Qué habrán sentido al tenerlo tan cerca, al sentir su cuerpo cuando los abrazaba?
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